Estoy saliendo de la universidad cansado, abatido luego
de cumplir la ardua labor del estudio cuando escucho una voz a mis espaldas que
me llama, que me detiene en mi andadura. Es un señor de un bigote prominente y
que expele una gran cantidad de gotas de sudor por la frente mientras se me
acerca a paso acelerado.
- Espera muchacho- dice rezagado.
- Dígame señor- digo, fingiendo amabilidad.
- ¿Me puedes ayudar?- pregunta. No me dice en que quiere
que lo ayude y va en busca de algo a su carro.
- Estoy algo apurado señor- le digo y creo que no miento,
estar exhausto es un buen motivo para estar apurado en querer
irme.
- Necesito que me ayudes con este problema- dice trayendo
una hoja e ignorando que le he dicho que estoy apurado.
Tiene un uniforme de la ACP, un carro para uso oficial
del gobierno y ahora me trae una hoja. Sospecho que necesita que lo ayude a
responder una encuesta. No me gustan las encuestas, me hacen más mentiroso,
nunca lleno una hoja de encuestas con la verdad porque nunca las termino de
entender.
- A ver si sabes- me reta - ¿cómo se resuelve este
problema de matemáticas del mínimo común divisor?
No comprendo, quedo contrariado. Primero pienso que
quiere que lo ayude a responder algún tipo de encuesta y ahora este señor de
gran bigote me sale con un problema de matemáticas que si mal no recuerdo
pertenece a la primaria. Ahora sospecho que este hombre viene con algo de
insidia, con perspicacia, queriendo probar el nivel de inteligencia (aunque
creo que para esto necesite más de la memoria) del primer estudiante que se le
cruce de la famosa Universidad de Panamá, en la cual , supuestamente,
están los mejores estudiantes universitarios a nivel nacional.
Acepto el ‘reto’ que me impone este hombre que
desconozco. Confío en mis habilidades (algo que me puede costar un momento
vergonzoso), no quiero quedar con un tonto (algo que seguramente soy, pero este
tipo no ha podido comprobar todavía) y decirle que no podría resolver ese
problema porque no lo recuerdo. No puedo dejar mal a los estudiantes de la
universidad a la que pertenezco. Ojeo la hoja que el señor me entrega y
me sumerjo en mis más profundos recuerdos de la primaria, exactamente en el
mínimo común divisor que recuerdo a duras penas.
Mientras voy tratando de entender el problema, el orondo
hombre me cuenta que, el problema que me ha pedido que le explique y que ayude
a resolver pertenece a su esposa que está estudiando (me abstengo de cometer la
imprudencia de preguntar la edad de su esposa) y no ha podido comprender ese
tema. Ahora me doy cuenta que el señor no ha querido probar mi inteligencia ni
mucho menos retarme sino que ayude a su esposa. Otra vez mi presagio ha sido
equívoco.
Empiezo a explicarle mientras voy recordando con claridad
cada paso para resolver ese problema (que parecía un problema mayor y ahora
pasó a ser un problema mínimo, casi insignificante)
El señor me mira algo perplejo, con una mirada perdida.
Yo noto la incógnita en su cabeza porque es claro que no me ha entendido.
Siempre me ha costado explicar matemáticas, puede que las entienda pero al
momento de explicarlas reflejo lo contrario.
El señor me recuerda que estoy apurado, ahora si se
compadece de mi, me dice que no me preocupe, ya verá la forma de resolver su
problema.
Pero yo me olvido que estoy apurado, ya no importa. Mi
objetivo ya no es largarme lo más pronto posible, no, ahora mi objetivo es
explicar, resolver y hacer que comprenda el problema del mínimo común divisor
este pobre hombre que fue hasta ahora que había podido conseguir ayuda. No
puedo concebir eso e insisto en dejarlo claro con el problema. Empiezo de nuevo
a explicarle pero ahora con más calma, paso a paso.
Me esfuerzo en ofrecerle una explicación apacible y es
ahora donde se notan los resultados y el señor con animo elevado me dice que me
está entendiendo y el final es el mismo: he terminado y me ha entendido. Me
extiende la mano, me agradece por el tiempo que le he dedicado. No estoy seguro
si me lo dice con total sinceridad, pero no importa, mi ego, mi vanidad se lo
creen todo. Me siento orgulloso de mi mismo y sobretodo de mi memoria que no me
ha defraudado como lo suele hacer.
Ahora mientras voy caminado, satisfecho de mi ayuda y mi
espíritu de buen samaritano se me va creando una duda en la cabeza que me deja
inquieto: ¿Habré confundido el mínimo común divisor con el máximo común
múltiplo? ¿Es mínimo común divisor? No lo sé.
Cuando llego a casa prendo la
laptop y me pongo a investigar. En efecto he confundido el mínimo común
divisor, que, ciertamente, no es mínimo común divisor sino máximo común divisor
y el mínimo es el común múltiplo. En fin, un enredo, una confusión que me hace
pensar que el pequeño problema del señor se lo he multiplicado en dificultad
por no haber recordado ese punto, mucho menos habérselo explicado y que mi
memoria ya no me parece motivo de orgullo. No fue mi intención haberle
explicado mal al señor. Mejor hubiese sido no ayudarlo y haberme ido con mi
apuro. Espero no volver a encontrarme con ese señor y si es así espero que haya
olvidado mi rostro como yo he olvidado el de él. Si algo habría que rescatar de
todo esta confusión es que ante ese hombre no me he visto como un tonto y que
posiblemente sea un tonto que inventa argumentos sin sentido para no verse como
tal. Al final del día soy solo un tonto huyendo de sí mismo con más afición que
con acierto.
ya se q eres un tonto y cada vez me convenso q tu memoria es peor q la de un anciano... mcm y mcd??? era obvio q solo a ti se te olvidara. muy buena experiencia y gracioso tu manera de actuar "buen samaritano"..ethel
ResponderEliminarHay que dejar en claro que la intención estuvo. Que bien escribís.
ResponderEliminarGracias, Anónimo. ¿cuál es tu nombre?
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOtra vez lo mismo que comenté hace al rato.
ResponderEliminarTu redacción es asombrosa y tienes un talento para hacer interesantes situaciones tan comunes, además que en este escrito en particular plasmaste actitudes reales, como el buscar que te elogien y cosas de esa indole.
Pues bueno, si hablamos de la situación en sí, a mí también me ha llegado a pasar que olvide cosas de ese nivel. Es donde se muestra la curva de aprendizaje de las matematicas, mientras más años de carreras lleves, tu habilidad en las matematicas de alto nivel se aumenta, pero tu habilidad en las de bajo nivel decrese. Es una broma, pero suele ser real.
Nos leemos.
Gracias de nuevo, Dario. Muy amable en tomarte el tiempo para leer mis miserias. saludos.
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